viernes, 10 de febrero de 2012

Mientras el dealer tenga, tu guerra se la pela


No pienso ponerme moralista ni ingenuo. Pero creo que el ejemplo más claro que tengo de que la "guerra contra el tráfico de narcóticos" también conocida como "guerra contra el narcotráfico" no sirve de nada, es que muchos de mis amigos aún marcan de su celular y a los 20 minutos tienen droga en la puerta de su casa: mariguana, éxtasis, aceites... Lo que quieran. Y si no lo tiene un dealer lo tiene el otro.

Mientras tanto en las calles se siguen matando, el ejército sigue haciendo apariciones espectaculares para incautar toneladas de anfetas, mota y siempre detienen al "cabecilla" de una red súper importante de narcotraficantes. Casi a seis años de esta guerra con más de 50 mil muertos, no veo que haya caído el "mero mero" y tampoco he visto una escasez de mota en los departamentos de mis amigos aficionados a brincar a otra realidad.

Definitivamente el mundo no sería el mismo sin drogas: café, alcohol, mariguana, LSD, coca... Charles Bukowski no hubiera tenido esas aventuras y vida sin su scotch and water, Jim Morrison no hubiera imprimido la misma sicodelia en sus poemas y letras, la generación Beat no se hubiera rifado esos viajes en coche o en sus mismos cuartos de hotel a través de un cartonsito empapado...

Pero al tercer mundo sólo le llega una parte del mundo de las drogas. No conozco todavía a un Kerouac, Jingsberg, Morrison o a una Joplin entre mi grupo. Sólo veo que lo más atrevido que han llegado a hacer es meterse un poco de fifi y sentirse en la vanguardia.

¿Qué resultados ofrece una guerra contra los distribuidores de un producto tan demandante? Además el producto es el alivio que la clase alta, media y baja encuentra para salir de una realidad ojete: malos trabajos, poca oportunidad de hacer lo que realmente te gusta, gandayismo en cada semáforo, mentiras en los medios de comunicación, políticos-marionetas que desparraman desconfianza. Con este tipo de vida lo primero que quieres hacer al llegar a casa es zafarte de la rutina pegajosa y sucia.

El día en que mis amigos estén preocupados por la pizza no les llegó por escasez de materia prima, o porque no saben cómo terminar su primera novela, poemario o canción, entonces habrá habido resultados verdaderos en esa "guerra". Pero primero habría que cambiar de objetivo: ni el producto ni el distribuidor van a acabarse, los consumidores son la base de esta pirámide, y en ellos está el cambio verdadero a este problema. La inversión debe ser en los consumidores, no en el ejército, en armas...

El tema del narcotráfico irá ocupando la segunda plana conforme se acerquen las elecciones presidenciales, mientras tanto, las compras vía celular seguirán ocurriendo y estaremos viendo los resultados con un churro en la mano para no sentir tan feo que nos la están metiendo otra vez...