Hace 6 años me cansé intentando convencer a mis amigos de
que lo transmitido en los noticieros de Televisa era pura manipulación. Me
indignaba todos los días viendo los spots del Consejo Coordinador Empresarial
sembrando mentiras desde la pantalla chica.
En 2006 se vivió una contienda electoral tapizada de
mentiras expresadas frente a un México mudo. Lo que más me indignaba era ver
como mis compañeros, con los que crecí, todos universitarios en esa época, eran
incapaces de escapar a la manipulación mediática. Me desgasté intentando
convencerlos de que las cosas no eran como lo decían desde los noticieros de
Televisa. Pero era obvio, una persona no podía competir contra un emporio de
millones de pesos, no había fórmula para hacerlo.
Seis años después, el panorama es muy diferente. En tan sólo
6 años, los mexicanos crearon más de 35 millones de cuentas de usuario en redes
sociales, según la Asociación Mexicana de Internet. Hoy contamos con una red de
comunicación que ha potencializado nuestros mensajes y que compiten cara a cara
con lo que tratan de manipular desde la televisión.
Sí, las televisoras tienen millones de pesos, pero las redes
sociales tienen millones de usuarios que no sólo son receptores, también
generan contenidos y replican los mensajes con los que coinciden. Podemos
mostrar en tiempo real lo que sucede afuera aunque López Dóriga comience su
noticiero anunciando la caída del peso o cualquier otra información inoportuna.
Duré 6 años muy decepcionado de los universitarios. Terminó
mi época como tal y creí que la generación detrás de mi no tenía entre sus
prioridades un cambio en México. Afortunadamente, y lo digo con mucha emoción,
las cosas no son así y me está tocando vivir un despertar de los jóvenes.
Me entusiasma la unión entre universidades privadas y
públicas. Es una muestra de reconciliación social y de clases. En algo ha
tenido razón el candidato del PRI Peña Nieto, él no va a dividir al país. Si
algo le debemos, es que está uniendo a todo México para decirle que no estamos
dispuestos a que la cultura de la corrupción institucional regrese a nuestro
país.
México está despierto y conectado. Se percibe un país unido,
inteligente y con ganas de avanzar.